jueves, 1 de octubre de 2009

Va otra vez de Sicavs, “Los impuestos de los ricos”

Magnifico artículo de Xavier Vidal-Folch publicado por el País en el día de hoy 15 de Octubre titulado “Los impuestos de los ricos” que como tema de fondo está las Sicavs, tema que hemos tocado en este blog en profundidad en el artículo “SICAVS, PARAÍSOS FISCALES LEGALES EN ESPAÑA” en el que coincidíamos prácticamente en todo con el contenido del de Xavier Vidal-Folch., por ejemplo cuando dice textualmente ”Conviene mimar al capital financiero, que encarna el ahorro de ayer, la inversión de hoy y el empleo de mañana. Con límites. Mientras el distinto trato no desemboque en clara distorsión e inequidad flagrante. Y mientras las Sicav y compañía sean auténticas herramientas de inversión y no meros instrumentos de gestión de cartera de las grandes fortunas, como es frecuente aquí. Y siempre que el control de cualesquiera rentas pasen por la ventanilla de Hacienda, que no es el caso, pues aquí la tutela de las Sicav corresponde a la CNMV.”
Estamos totalmente de acuerdo con este texto que es una declaración a favor de la economía real en contra de la economía puramente financiera.
Curiosamente hace bastantes años el Estado mimaba al ciudadano que le prestaba dinero a través de los bonos ICO, para que el Estado lo prestara a su vez a la pequeña y mediana empresa, mediante una deducción del 15% en su Declaración de la Renta.
Bueno, a pesar de coincidir prácticamente en todo como hemos dicho queremos puntualizar un tema relativo a la fiscalidad cuando Xavier Vidal-Folch dice “Distintos robinhood locales alegan que estas fortunas apenas tributan: sólo el 1%, una afrenta a todos los demás. No es exactamente así. Las Sicav tributan, sí, al 1% en el Impuesto de Sociedades. Pero cuando sus socios retiran dividendos o venden sus participaciones obteniendo plusvalías, lo hacen al 18% en su impuesto personal sobre la renta, IRPF. De modo que sus rendimientos finales tributan como las demás rentas de capital, sean dividendos o intereses de los depósitos bancarios”
Se podría interpretar este texto como que, bueno como sociedades no pagan pero al final sus accionistas pagan en el IRPF como los demás, como si con esto se igualase el trato recibido. En otros medios hemos leído también comentarios parecidos.
Pues bueno esto no es así, porque hay una diferencia muy importante en la aportación que el Estado recibe vía impuestos de una Sicav y de una Sociedad Anónima. Ponemos un ejemplo, supongamos que una Sicav y una Sociedad Anónima obtienen ambas beneficios durante 5 años de forma consecutiva, pero sin embargo no reparte ninguna de las dos dividendos a sus socios y tampoco ningún socio se retira obteniendo plusvalías durante esos 5 años. En ese caso durante esos 5 años no habrá tributación alguna por rendimientos de capital en el IRPF derivados de esas sociedades. Pero sin embargo hay una diferencia importantísima en la tributación fiscal de esas dos empresas. La Sicav aportará cada año al Estado únicamente unas cantidades por el 1% de los beneficios que obtenga en concepto del Impuesto de Sociedades. Sin embargo la sociedad anónima aportará cada año al Estado unas cantidades por un 30% de los beneficios que obtenga por ese mismo concepto, pero además y lo que es mucho más importante el Estado percibirá cada año debido a la actividad de esa sociedad anónima otras aportaciones mucho más importantes como son las tributaciones por IRPF de los empleados de esa sociedad anónima, y la aportación al IVA por los bienes o servicios que esa sociedad genera, lo cual no ocurre con una Sicav. O sea que está claro que hay una diferencia abismal en la aportación al Estado entre las Sicavs y las Sociedades Anónimas.

Bueno después de este preámbulo extenso pero creemos que necesario, transcribimos el artículo completo de Xavier Vidal-Folch publicado en El País


LOS IMPUESTOS DE LOS RICOS
XAVIER VIDAL-FOLCH El País 01/10/2009

Una vez que la vicepresidenta Elena Salgado reconoce que la vuelta de tuerca fiscal recaerá "sobre la amplísima clase media", la más numerosa y la que más impuestos paga, es lógico que arrecie el debate no sólo sobre la oportunidad de subir impuestos en plena recesión, sino también sobre la equidad de su reparto. Incluso a riesgo de virus demagógicos.
Un aumento de la presión fiscal a las Sicav debiera llevarse al ámbito de la UE y el G-20
Ricos y superricos, como las meigas, haberlos haylos. Y en su mayoría refugian sus fortunas en unas peculiares Instituciones de Inversión colectiva (IIC), las 3.300 Sociedades de Inversión de Capital Variable (Sicav), con un patrimonio de 27.000 millones de euros, algo menos de 4,5 billones de pesetas.
Distintos robinhood locales alegan que estas fortunas apenas tributan: sólo el 1%, una afrenta a todos los demás. No es exactamente así. Las Sicav tributan, sí, al 1% en el Impuesto de Sociedades. Pero cuando sus socios retiran dividendos o venden sus participaciones obteniendo plusvalías, lo hacen al 18% en su impuesto personal sobre la renta, IRPF.
De modo que sus rendimientos finales tributan como las demás rentas de capital, sean dividendos o intereses de los depósitos bancarios. Ahora, verán aumentar su tipo un punto (al 19%) para un tramo de hasta 6.000 euros y tres (hasta el 21%) para cantidades superiores. Ése es uno de los escasos propósitos de progresividad en el paquete fiscal del Gobierno, pues la parte del león, el aumento del IVA y la supresión de la mal diseñada deducción de 400 euros, son lineales.
Se destaca el agravio comparativo de que las rentas del capital vengan tributando a ese 18%, mientras que las del trabajo (abrumadora mayoría de la recaudación por IRPF) lo hagan en una escala entre el 24% y el 43%. Ese mejor trato fiscal lo comparten las Sicav con las demás IIC, como los fondos de inversión. O con las cartillas de ahorro.
La diferencia más llamativa está entre el tipo del 1% aplicado a todas las IIC, Sicav incluidas, y los que gravan al resto de compañías en el Impuesto de Sociedades: un 30% como tipo básico, antes el 35%. Aunque en realidad el tipo efectivo era inferior. Tras acogerse a las deducciones disponibles, podía acercarse al 28%.
O sea que una compañía industrial pagará por sus beneficios el (teórico) 30% en Sociedades, y los beneficios que recojan sus accionistas, el 19%-21% en el IRPF. Mientras que para las Sicav será del 1%, y sus partícipes pagarán igual que los otros accionistas.
¿Tienen sentido estas asimetrías entre el capital financiero y el, digamos, industrial? Es discutible. Conviene mimar al capital financiero, que encarna el ahorro de ayer, la inversión de hoy y el empleo de mañana. Con límites. Mientras el distinto trato no desemboque en clara distorsión e inequidad flagrante. Y mientras las Sicav y compañía sean auténticas herramientas de inversión y no meros instrumentos de gestión de cartera de las grandes fortunas, como es frecuente aquí. Y siempre que el control de cualesquiera rentas pasen por la ventanilla de Hacienda, que no es el caso, pues aquí la tutela de las Sicav corresponde a la CNMV.
Tiene sentido mimar la inversión en economías que la necesitan como agua de mayo. Pero también hay un correlato histórico menos risueño: la globalización supuso el libérrimo movimiento de capitales. Para atraerlos, los Estados, estimulados por las rebajas fiscales del republicanismo y del thatcherismo, compitieron entre sí y con los multiplicados paraísos fiscales. Desfiscalizaron así el capital: la contrarreforma tributaria. Acierta Salgado al describir que "el capital viaja a la velocidad de la luz": en Alemania, Austria, Holanda o Francia las Sicav tributan cero en el Impuesto de Sociedades.
Pero a ese viaje se le puede imponer algún peaje. Siempre que albergue ambición global y alcance, al menos, europeo. Si ésa es la opción, aproveche el Gobierno su silla en el G-20, y su próxima presidencia de la Unión Europea, para impulsarla. No tanto por su capacidad recaudatoria inmediata, sino como alivio del contribuyente de a pie, y para evitar que se haga el "distraído", el "polizón", como ironizaba Luigi Einaudi en su mítico Mitos y paradojas de la justicia tributaria
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