miércoles, 21 de febrero de 2024

El nuevo régimen feudal

 

Varoufakis denuncia en 'Tecnofeudalismo' el vasallaje al que nos someten los gigantes tecnológicos


El capitalismo está muerto. Sus dinámicas ya no rigen nuestras economías. Pero no lo ha sustituido el socialismo. Como es obvio, el capital está mejor que nunca. Eso sí, no es el de siempre: gracias a los algoritmos de los gigantes tecnológicos y al impulso financiero otorgado por el dinero de los bancos centrales desde la crisis del 2008, el capital, asegura Yanis Varoufakis en su nuevo ensayo, ha conseguido deshacerse de los engorrosos mercados capitalistas. La vieja pasión por los beneficios, que para Adam Smith eran el motor de la estructura económica, pues alentaban la competencia en los mercados y la riqueza, ha dado paso en el mundo digital a unas viejas conocidas que nunca acabaron de irse en el paso del mundo feudal al capitalista: las rentas.

Y el resultado es un mundo al que el economista no quiere llamar capitalismo de plataformas o hipercapitalismo. Cree que ya no estamos ahí. Su nuevo libro se titula Tecnofeudalismo. Un tecnofeudalismo que explica la actual nueva guerra fría entre EE.UU. y China como una batalla de feudos y en la que Europa, carente de gigantes digitales, va a quedar en una posición secundaria. Para Varoufakis, estamos en un momento no tan distinto al paso de la edad de bronce a la de hierro: quien no tenía este duro metal, vio traspasados sus escudos de bronce.

Y hoy ese poderoso hierro son los gigantes digitales nacidos de la apropiación de los bienes comunales, libres, del primer internet, privatizados por las tecnológicas estadounidenses y chinas en conglomerados como Amazon, Google, Apple, Uber o Alibaba. Compañías que en sus particulares reinos se comportan como señores feudales, sea con los sistemas operativos y lo que pagan las aplicaciones en Google Play o AppStore; sea con plataformas de comercio digital como Amazon, en las que dentro no existe nada parecido a un mercado; sea con trabajadores explotados al límite en los almacenes por algoritmos, o sea, sobre todo, con todos nosotros, lo que Varoufakis llama siervos de la nube. A diferencia de cualquier otra empresa, muchas grandes tecnológicas apenas pagan el 1% en sueldos. El resto, y esa es para el autor la diferencia crucial, es el trabajo gratuito de creación de contenidos que realizan miles de millones de personas en la red, de las que además se extraen datos para aprender sus gustos e influirles continuamente. 

La impresión masiva de dinero de los últimos 15 años ayudó a que estos gigantes del capital en la nube pudieran crecer sin necesidad de dar beneficios, haciéndose con todo el poder de mercado. Unos feudos a los que los fabricantes capitalistas convencionales, de galletas o taxistas, se ven obligados cada vez más a vender sus bienes según el dictamen de los nuevos nubelistas y desarrollar una relación que no difiere de la que tenían vasallos y señores. Un tecnofeudalismo en el que el mundo se está dividiendo en dos superfeudos en la nube antagónicos, el estadounidense y el chino. Irónicamente, asegura, la única fuerza que puede hacer algo hoy por controlar a los nubelistas y este vasallaje antidemocrático es el Partido Comunista de China

Justo Barranco  Redactor de Cultura de la Vanguardia