Como suele ocurrir en los asuntos multilaterales, Estados Unidos tenía la llave. Cuando Janet Yellen, su secretaria del Tesoro, anunció a principios de este año que había llegado el momento de poner fin a la "competencia a la baja" en materia de impuesto de sociedades, sus declaraciones sobrealimentaron las conversaciones sobre un acuerdo global para revisar los impuestos que pagan las empresas multinacionales y el lugar en que lo hacen.
Las conversaciones se han centrado en dos cambios principales: la reasignación
de los derechos fiscales a los países donde se desarrolla la actividad
económica en vez de hacerlo donde las empresas deciden registrar sus beneficios;
y el establecimiento de un tipo impositivo mínimo a nivel mundial, que
probablemente se sitúe en torno al 15%. Los ministros de Economía del grupo de
países ricos del G-7 aprobaron la medida en una reunión celebrada los días 4 y
5 de junio.
Países como Islas Vírgenes perderán ingresos por la tributación de grandes
multinacionales
El G-20 podría llegar a un acuerdo en julio, lo que animaría a los otros 120
países y territorios que participan en las conversaciones a seguir la misma
senda. El 26 de mayo, el ministro de Finanzas alemán predijo una
"revolución" en las normas fiscales mundiales "en cuestión de
unas pocas semanas".
Todas las revoluciones tienen ganadores y perdedores. En este caso, los
vencedores más claros serán las grandes economías en las que las
multinacionales realizan muchas ventas pero registran relativamente pocos
beneficios imponibles gracias a una planificación fiscal que desvía los
ingresos a jurisdicciones de baja tributación. Este desajuste ha aumentado
junto con el ascenso de gigantes digitales como Apple y Google, cuyos activos
son en gran medida intangibles.
Ganadores y perdedores
Noticia positiva para los países pobres mientras que los paraísos fiscales
dejarán de obtener beneficios por la tributación de las multinacionales
Los países pobres en los que las empresas mundiales tienen fábricas y otras
operaciones también se beneficiarán, aunque no tanto como creen que deberían.
Los perdedores más obvios serán los paraísos que, desde hace más de medio
siglo, han ido obteniendo cada vez más beneficios a medida que la globalización
hacía que el capital se fuera desembarazando de trabas, ofreciendo lo que ellos
veían como una competencia fiscal muy necesaria y muchos otros veían como una
economía de empobrecimiento del vecino.
Un estudio realizado en 2018 concluyó que alrededor del 40% de los beneficios
en el extranjero de las multinacionales se trasladan de modo artificial a
países de baja tributación. Un funcionario muy implicado en las actuales
conversaciones cree que el acuerdo que está tomando forma podría "acabar
casi por completo con los paraísos".
Cuantiosos beneficios
En 2018, los servicios corporativos y financieros representaron más del 60% de
los ingresos públicos de las islas Vírgenes Británicas
Sin embargo, los paraísos tienen diferentes formas y tamaños; abarcan desde
los paraísos caribeños libres de cualquier impuesto hasta los centros de Europa
y Asia donde sólo se pagan menos impuestos. Algunos tienen más que temer que
otros.
Paraíso perdido
Las cosas se presentan sombrías para los territorios con palmeras y sin
impuestos como las Bermudas, las islas Vírgenes Británicas y las islas Caimán.
Aunque no obtienen ningún ingreso en concepto de impuestos de sociedades, han
llegado a depender en diferentes grados de los honorarios de las filiales de
las grandes compañías y de un sector artesanal de contables, abogados y otros
proveedores de servicios empresariales que han surgido localmente para
atenderlas.
Esos ingresos son meras migajas en comparación con los impuestos que se ahorran
las empresas, pero suponen mucho para unas economías tan pequeñas. En 2018, los
servicios corporativos y financieros representaron más del 60% de los ingresos
públicos de las islas Vírgenes Británicas.
El tipo de acuerdo que impulsa el gobierno de Biden (que aplicaría el tipo
mínimo global país por país, en lugar de hacerlo en conjunto) hará saltar por
los aires el modelo de negocio de esos paraísos. Esos países se suben por las
paredes, pero no pueden hacer nada.
Un diplomático dice que están en proceso de ser "neutralizados" y que
son "irrelevantes" para las conversaciones. "Nadie quiere saber
nada de ellos". Algunos, al menos, tienen otras fuentes de ingresos:
Caimán es un gran domicilio para los fondos de cobertura; Bermudas, para las
aseguradoras.
Modelo de negocio
El modelo impuesto por Biden provocará que los paraísos fiscales no obtengan
ningún beneficio por el impuesto de sociedades
Las economías mejor conectadas, tradicionalmente amables con los asesores
fiscales corporativos, son menos fáciles de descartar. Varios países de la
Unión Europea han atraído la inversión con un bajo tipo impositivo a las
ganancias corporativas, como han hecho Irlanda y Chipre (ambos recaudan el
12,5%); o, como Luxemburgo y los Países Bajos, con normas que los convierten en
canales atractivos en las estructuras fiscales que ayudan a las compañías a
evitar los impuestos en otros países.
En 2019, un estudio del FMI descubrió que ese tipo de inversión
"fantasma" había impulsado el volumen de inversión extranjera directa
de Luxemburgo hasta los 4 billones de dólares, una improbable décima parte del
total mundial. También Hong Kong y Singapur se han beneficiado actuando como
depósitos de impuestos corporativos.
Tras un acuerdo negociado por la OCDE en 2015, en los últimos años se han
cerrado algunas de las lagunas más grandes que alimentan esos flujos. Entre
ellas, se encuentra el "doble irlandés", que canaliza los beneficios
a filiales registradas en Irlanda pero con domicilio fiscal en Bermudas o las
islas Caimán, sistema que puede haber ahorrado a Google decenas de miles de
millones de dólares a lo largo de una década.
Sin embargo, todavía hay mucho que perder. Irlanda está especialmente nerviosa,
porque ha acabado dependiendo de su tipo del 12,5% para atraer inversiones
extranjeras, muchas de las cuales implican personas, oficinas y fábricas
reales. El impuesto de sociedades representa ahora un porcentaje récord del 20%
de la recaudación total del país.
Unión Europea
Irlanda, Chipre, Luxemburgo y Países Bajos se convierten en un atractivo para
evitar impuestos en otros países
Los irlandeses han presionado a Estados Unidos, fuente de gran parte de sus
inversiones, en contra una reasignación radical de los derechos fiscales y un
impuesto mínimo superior al 12,5%. El ministro de Economía irlandés, Paschal
Donohoe, ha argumentado que los países más pequeños deberían poder utilizar la
política fiscal para compensar las ventajas de escala, ubicación y recursos de
las que gozan los grandes.
Sin embargo, incluso un tipo mínimo del 12,5%, o apenas por encima de él,
podría salirle caro a Irlanda, si se tienen en cuenta las exenciones fiscales.
Muchas grandes empresas que se benefician de su régimen fiscal pagan un tipo
efectivo de un solo dígito. La "caja de patentes" de ese país, un
régimen para los beneficios de la innovación, cobra sólo el 6,25%.
Irlanda
Irlanda presiona a EE.UU. para que fije un impuesto mínimo superior al 12,5%
Una empresa que pague eso podría cansarse enseguida de los encantos
irlandeses si tiene que enfrentarse a un recargo de seis puntos porcentuales.
El gobierno irlandés ha calculado una pérdida anual de 2.000 millones de euros
en los ingresos fiscales debido al supuesto acuerdo global; esa cantidad supone
un 2,4% de los ingresos públicos y es equivalente, en términos de PIB, a una
pérdida en Estados Unidos de casi 140.000 millones de dólares.
Irlanda tiene algunos amigos en la Unión Europea. Hungría, con un tipo del 9%,
es un clamoroso campeón de la competencia fiscal. También Chipre y Malta
simpatizan con ella, aunque "están contentos de estar a la sombra de
Irlanda", afirma otro funcionario. Fuera de la Unión Europea, Singapur y
Suiza han señalado que consideran el 15% demasiado alto. El centro asiático
estaría más contento con un 10%.
Unión Europea
El gobierno irlandés busca socios en la UE, ya que ha calculado una pérdida
anual de 2.000 millones de euros en los ingresos fiscales
Por su parte, Luxemburgo y los Países Bajos han sufrido una sufrido una
caída en el camino de Damasco. El Gran Ducado, criticado después de que en 2014
una filtración sacara a la luz acuerdos fiscales muy ventajosos con decenas de
multinacionales, ha aprobado reformas que reducen las oportunidades de
arbitraje fiscal y aumentan la transparencia de las resoluciones fiscales.
Dice que aceptará cualquier acuerdo que iguale las condiciones de juego. El
gobierno neerlandés, irritado por las críticas de la opinión pública sobre su
tolerancia frente a las artimañas fiscales, también ha tratado de cerrar los
vacíos legales. "No seremos nosotros quienes pongan trabas al
acuerdo", dice Hans Vijlbrief, secretario de Estado de Finanzas
neerlandés. "Mi objetivo es que no se nos vuelva a mencionar en la lista
de paraísos fiscales".
Irlanda se convierte ahora en un país atractivo por su baja fiscalidad
Eso coloca en un aprieto a Irlanda y otros descontentos de la Unión Europea. En
teoría, podrían ejercer el veto, ya que las decisiones fiscales del bloque
requieren unanimidad. Sin embargo, es algo que parece muy poco probable, dado
el apoyo al cambio por parte de los grandes miembros de la Unión y Estados
Unidos, por no hablar de la terrible decisión política que supondría bloquear
un acuerdo que la opinión pública considera necesario para obligar a las
grandes empresas a pagar su parte justa.
Además, Estados Unidos y otros países podrían imponer impuestos mínimos a sus
propias empresas incluso sin un acuerdo global; de hecho, Estados Unidos ya
tiene una versión para los ingresos intangibles, aunque fijada en sólo el
10,5%. Salvo una ruptura inesperada de las conversaciones, la revolución está
cerca. Y, con ella, puede que llegue a su fin una época dorada de los paraísos
fiscales del mundo.
© 2021 The Economist Newspaper Limited. 07/06/2021.