El País, The New York Time MUNDO, Jueves 27 de Enero de 2011
Por Graham Bowley, Secaucus, Nueva Jersey
Una parte considerable de toda la compraventa de acciones en Estados Unidos tiene lugar en un almacén de un anodino polígono empresarial, justo al lado de la autopista de Nueva Jersey.
Hay pocos humanos presentes en este enorme santuario tecnológico, conocido como New York Four. En su lugar, el edificio, que ocupa más de una hectárea, esté lleno de largas avenidas de servidores informáticos iluminados por luz fosforescente azul de bajo consumo.
El operador bursátil se llama Direct Edge, un nombre no muy familiar, "Este”, dice Steven Bonanno, director tecnológico, “es el lugar donde se produce toda la magia”
En muchos de los mercados del mundo, casi toda la compraventa de acciones la realizan ahora ordenadores que se comunican con otros a gran velocidad.
Las ventajas de este nuevo orden tecnológico son evidentes. Los costes de la actividad se han reducido drásticamente y cualquiera puede comprar acciones de cualquier sitio en segundos con un simple clic del ratón o pulsando la pantalla táctil de un teléfono inteligente.
Pero algunos expertos se preguntan si la tecnología se está descontrolando peligrosamente. Se preguntan si el nuevo mundo es más justo (y si los agentes de bolsa con acceso a las maquinas más rápidas ganan a expensas de los inversores corrientes).
A medida que las maquinas se han ido haciendo con el control, la actividad bursátil se ha trasladado de los escandalosos parqués a docenas de mercados electrónicos rivales y separados. Dependen de centros de datos como éste, muchos de ellos situados al norte de Nueva Jersey. "Nueva Jersey es el nuevo corazón de Wall Street”, afirma William O’Brien, consejero delegado de Direct Edge.
Aunque este paisaje esta dominado por los titanes de Wall Street, afecta a prácticamente cualquiera que posea acciones. Nadie sabe si éste es un mundo mejor, y eso incluye a los reguladores, que se esfuerzan por seguir el ritmo de la innovación en la gran carrera armamentística tecnológica en que se ha convertido el mercado bursátil.
Carrera por la rapidez
La revolución se puso en marcha a finales de la década de los 90 y principios de la de 2000, después de que
Direct Edge esta ahora por detrás de
Direct Edge y otras nuevas empresas han absorbido una gran parte de
Direct Edge y los demás mercados de valores están pisando el acelerador para tomar ventaja. Todos han hecho bajar sus latencias (término técnico para referirse al abrir y cerrar de ojos que se necesita para completar una transacción). Nasdaq afirma que su tiempo de ejecución para una petición corriente de compraventa de un valor es de 98 microsegundos (una velocidad pasmosa que equivale a 98 millonésimas de segundo).
Alta tecnología global
Los mercados de valores han alcanzado la velocidad del rayo porque los agentes de bolsa lo han exigido. Hasta los bancos ordinarios y los anticuados fondos mutuos se han adaptado al cambio.
Los mercados de valores sirven principalmente a una nueva raza mercantil; agentes de alta frecuencia que han convertido la velocidad en un arte. Usan algoritmos para entrar y salir volando de los mercados, y a menudo modifican las peticiones y estrategias en segundos. Se ganan la vida siendo los primeros en reaccionar ante los acontecimientos.
Una nueva estrategia consiste en usar ordenadores muy potentes para leer a toda velocidad las noticias —incluso los mensajes de 'Twitter— y dejar luego que las máquinas las interpreten e inviertan basándose en ellas. Puede que los agentes solo ganen una fracción ínfima de céntimo por cada transacción. Pero, multiplicadas por muchas veces por segundo, esas fracciones suponen una cantidad de dinero considerable.
Kevin McPartland, de TABB Group, dice que los agentes de alta frecuencia representan ahora el 56% de la actividad total del mercado bursátil. En vez de cobrarles comisiones, algunos mercados de valores pagan a los agentes de alta frecuencia para que trasladen solicitudes a sus ordenadores. Los agentes de alta frecuencia son “la razón de la enorme infraestructura", afirma McPartland.
Al mismo tiempo, una serie de proyectos de construcción de alta tecnología se ha puesto en marcha. El grupo CME, propietario de
El mercado esta haciendo esta inversión porque, al igual que las acciones, los productos derivados están siendo barridos por la revolución de la alta frecuencia.
En agosto, Spread Networks de Ridgeland, Mississippi, completó una red de fibra óptica de
Se están recortando fracciones de segundo de la transitada ruta Frankfurt-Londres. Y en Octubre, una empresa llamada Hibernia Atlantic anunció que planeaba construir un nuevo enlace mediante fibra óptica entre Halifax (Nueva Escocia) y Somerset (Inglaterra) que permitirá que las acciones vayan y vuelvan de Londres a Nueva York en 60 milisegundos. "La velocidad", afirma un banquero, "es dinero".