Catalunya podría convertirse en un Paraíso Fiscal
por 50.000 millones
Sí, habéis leído
bien una solución para Catalunya en el hipotético caso de su independencia y de
su salida de la UE sería que se convirtiese en otra Suiza o Liechtenstein es
decir en un Paraíso Fiscal, cosa nada difícil pues lo único que tendría que
hacer para atraer al capital es mantener a rajatabla el secreto bancario como
hacen todos los Paraísos Fiscales.
Miguel Ángel
Aguilar insinúa hoy en el País la remota posibilidad bueno no tan remota
después de leer su artículo de que esto pudiese ocurrir.
Bueno, yo no
opino al respecto…leed el artículo y opinad vosotros.
¿Lo
que sí que me pregunto después de haber leído el artículo es si Artur Mas y Oriol
Junqueras tendrán prevista esa posibilidad?
A propósito de
Oriol Junqueras no se me olvidará nunca la entrevista que le hicieron en TV3 justo
cuando acababa de tener un hijo y le preguntaron que si tenía más hijos que nombre
les pondría y él contestó únicamente con nombres de varón para cada uno de los posibles
nuevos hijos. Quedó retratado su perfil sobre el género, y para mí las mujeres
de Catalunya no tendríamos que votar nunca
a ese personaje.
Bueno lo dicho
aquí tenéis el citado artículo
Un
paraíso para Cataluña
¿Podría ser esa
comunidad independiente una nueva Liechtenstein, a cubierto de las normas de
transparencia de la UE?
¿Podría descartarse la
existencia de grupos de interés dispuestos a comprarse un país en Europa al
módico precio de 50.000 millones de euros, que es el montante de la deuda de
Cataluña?
Miguel Ángel Aguilar, 7 enero 2014
En este momento no existe ningún tipo de
inversor nacional que considere posible un proceso secesionista en Cataluña.
Ese es el dictamen rotundo del ministro de Economía y Competitividad, Luis de
Guindos,
en recientes declaraciones a la cadena SER donde explicaba que los
inversores y agentes económicos hacen sus proyecciones de futuro con “hipótesis
razonables y viables” y que descartan escenarios irrealizables. Venía así a
confirmar que los inversores y agentes económicos, como los demás que
intervienen en el proceso político, configuran sus actitudes, compromisos y
proyecciones en función de las expectativas que detectan. De manera que si el
propósito secesionista presentara expectativas de ser realizable, estaría por
ver el comportamiento que adoptarían los inversores. Por eso, partidarios y
adversarios de la independencia de Cataluña intentan alentar o enfriar las
expectativas, mientras debaten en tres planos. En el ideológico, las ventajas y
los perjuicios del nacionalismo; en el político, las líneas de fractura de la
ciudadanía; y en el económico, la viabilidad de un nuevo Estado con su deuda,
su déficit y su canesú. Pero cabría también considerar un cuarto plano de
debate: el de los eventuales intereses transnacionales que se vieran
favorecidos al prosperar el intento secesionista. Porque, habida cuenta del
volumen de recursos aparcados en paraísos fiscales, ¿podría descartarse la
existencia de grupos de interés dispuestos a comprarse un país en Europa al
módico precio de 50.000 millones de euros, que es el montante de la deuda de
Cataluña?
Y, a la recíproca, ¿alcanzaría una
Cataluña independiente mayor viabilidad si, colocada fuera de la Unión Europea,
hiciera de la necesidad ventaja y optara por dotarse de los atractivos de un
paraíso fiscal? ¿Se dispone de algún mecanismo que bloqueara el intento de esos
grupos de interés para acabar convirtiendo a Mas, Junqueras y afines
asimilables independentistas en una simpática organización juvenil dispuesta a
cumplir el trabajo político que mejor les conviniera? ¿La Cataluña
independiente podría ser una nueva Liechtenstein, a cubierto de las normas de
transparencia adoptadas por los países miembros de la UE, así como de los
exigentes mecanismos de supervisión bancaria? ¿Su situación geográfica la
dotaría de mejor accesibilidad para el manejo de las cuentas que allí se
depositaran? ¿Tendría por ello ventajas comparativas para competir como
receptora de fondos ahora residenciados en paraísos fiscales remotos y peor
comunicados?
Por otra parte, parafraseando a otro Arthur, en este
caso el Koestler de La escritura invisible (Editorial Lumen. Barcelona, 2011),
observamos que aprovecharse plenamente de las libertades constitucionales,
conseguidas en la transición, para destruirlas es un principio validado sin
esfuerzo por la dialéctica independentista y que, cuando las relaciones con los
demás dejan de guiarse por la confianza para regirse por la “vigilancia
nacionalista”, se instala la pendiente desastrosa del vale todo.
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