martes, 2 de agosto de 2022

Nuestros cuerpos ancestrales no mantienen el ritmo del cambio

 


Heather Heying, bióloga evolucionista

Incoherencia
Heather Heying y su marido, Bret Weinstein, se doctoraron juntos en Biología, y juntos han recibido varios premios por la calidad de sus investigaciones sobre la evolución y la adaptación. Ahora publican en España el resultado de más de veinte años de investigación, Guía del cazador recolector para el siglo XXI. Cómo adaptarnos a la vida moderna (Planeta), que es número uno en ventas en EE.UU. y que plantea lo siguiente: “Los principales retos a los que nos enfrentamos provienen de la incoherencia entre el estilo de vida que tenemos y nuestro legado evolutivo. Hemos evolucionado para vivir en clanes, pero no conocemos el nombre de nuestro vecino. La supervivencia en las sociedades primitivas dependía de nuestras diferencias sexuales que hoy se ponen en duda, y hemos alterado los hábitos de alimentación, sueño y educación”.

-¿Somos cuerpos antiguos en un mundo moderno?
Somos evolución, pero nuestros cuerpos ancestrales no mantienen el ritmo del cambio.

-¿Todo va demasiado deprisa?
La estructura de nuestros cuerpos apenas ha cambiado en los últimos 200.000 años, pero los contextos que nos rodean no han dejado de cambiar a una velocidad cada vez mayor.

-¿Y?
Afrontamos retos para los que nuestras estructuras mentales y fisiológicas no están preparadas. Generamos nuevos problemas a gran velocidad y eso afecta a nuestra salud física, mental, social y medioambiental.

-En eso somos los mejores.
Si no encontramos el modo de afrontar la novedad desaforada, la humanidad perecerá víctima de su propio éxito.

-Pero vivimos la época más próspera de nuestra historia.
Cierto, pero, sin embargo, tal como indican las estadísticas, las personas están más desganadas, enfadadas, extremas, ansiosas y deprimidas que nunca.

-¿El progreso nos sienta mal?
Se trata de una cuestión de hipernovedad. Somos los mejores y los más capaces de hacer frente al cambio, pero nuestros cuerpos, cerebros y almas no pueden seguir el ritmo.

-Nuestras almas, ¿a qué se refiere?
Somos más de lo que podemos comprender que somos, y parte de eso es la conexión entre nosotros, la conexión con el medio natural y con los otros seres.

-¿La conciencia colectiva está desapareciendo o cambiando?
Utilicemos la metáfora de la hoguera: a lo largo de la historia las personas se reunían en torno al fuego para compartir historias, esto es una conciencia colectiva.

-Ahora nos reunimos en torno al móvil.
La tecnología es maravillosa, pero de acuerdo con nuestra estructura sería aún más maravilloso si estuviéramos en la misma sala y pudiéramos compartir átomos y moléculas y no solo nuestras voces e imágenes. Hemos aplanado nuestra versión a solo dos dimensiones.

-¿A qué estamos renunciando?
En los países ricos se da un fenómeno peligroso al que llamamos el éxtasis del lactante: la renuncia a la conciencia colectiva a través de una serie de decisiones económicas y sociopolíticas poco convenientes a largo plazo.

-¿Somos cortoplacistas?
Si escribes en Twitter una reacción visceral, vas a estar enfadado, a ser menos eficaz en el trabajo y a tener peores relaciones ese día.

-Todo eso antes no pasaba.
Hace 10.000 años si ponía unas piedras para cruzar un riachuelo y me iba al agua, aprendía, porque todo se resumía a causa y efecto. Hoy por hoy, los sistemas son tan complejos que perdemos el control.

- La medicina ha evolucionado para bien.
Hace 30 años aún se pensaba que lo correcto era bajar la fiebre, sin embargo ahora sabemos que la fiebre es la respuesta adaptativa del cuerpo a un patógeno. El cuerpo sabe que el patógeno no sobrevive a altas temperaturas, y si reducimos la fiebre ayudamos al patógeno.

-¿Qué me quiere decir?
Es uno de tantos ejemplos del pensamiento de la biología evolucionista que no ha llegado a las corrientes principales. El problema es que somos arrogantes y reduccionistas.

-¿Reduccionistas en qué sentido?
Si divides un gran sistema en partes y las catalogas e identificas, el sistema siempre será mayor que la suma de las partes.

-¿Es una verdad científica?
Sí. Por ejemplo, reducimos los alimentos a química. Durante nuestra historia las cosas que sabían ricas eran buenas para nosotros. Antes chupábamos caña de azúcar, hoy fabricamos productos con azúcar. Hemos convertido un bien para nosotros en un mal.

-¿Cuáles son las principales disfunciones que ha creado la aceleración?
Psicológicamente, físicamente y socialmente no estamos sanos. Físicamente tenemos
dolencias y enfermedades que antes no existían , el sedentarismo, la contaminación.

-Psicológicamente.
Solemos llevar una vida muy desconectados unos de otros; aunque vivamos hacinados en ciudades, nos sentimos solos y la respuesta suele ser farmacológica en lugar de social. Nos falta la hoguera.

-¿El Homo sapiens tenía insomnio?
Solo ocasionalmente. A menudo lo que nos mantiene en vilo son la luz del exterior, el ruido y la luz azul de las pantallas.

-¿Estaríamos sanos si siguiéramos el ciclo de la naturaleza?
Si pudiéramos experimentarlo uno o dos años, nuestros cuerpos y mentes se transformarían, pero vivimos en función del reloj, que es algo absolutamente artificial.

-¿El problema es evolutivo?
Sí, y la solución también. Deberemos repensar nuestras capacidades y necesidades sociobiológicas y actuar en consecuencia.

 

IMA SANCHÍS    La Contra   Click News


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