Artículo de prensa de Fernado Garea
El PSOE hizo estallar el martes un
cartucho en el bloque de cemento del Grupo Popular a cuenta de la ley
del aborto. Hizo mucho ruido y, una vez disipado el humo provocado por la
explosión, en el balance de daños no se observa que la iniciativa socialista
para retirar el controvertido proyecto de ley haya provocado grietas visibles
en los populares. Incluso, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón,
abanderado del proyecto de ley con apoyo expreso del presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, se siente reforzado para seguir adelante.
Dentro del bloque
compacto del Grupo Popular, más allá de la votación ganada y la falta aparente
de fugas de votos relevantes, se mantiene, pese a todo, el mar de fondo. Va
desde el extremo de la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, que
insistió ayer en su deseo de que el proyecto de ley no llegue a las Cortes,
porque ella rechaza el fondo de la reforma, a muchos más del PP que no
comprenden qué razones estratégicas han llevado a Rajoy a impulsar esa ley
ahora y así. Gallardón, en todo caso se siente reforzado y no lo quiere
ocultar. Los aplausos y felicitaciones que recibió el martes tras conocerse la
votación, se transformaron ayer en palabras de autoafirmación en la sesión de
control al Gobierno en el Congreso. Incluso, la votación de la víspera en
contra de la retirada del anteproyecto es para él un mandato para seguir adelante.
“Este Gobierno tiene que actuar de acuerdo con el mandato que tiene de los
ciudadanos y de acuerdo con el mandato de esta Cámara, y ayer se produjo un
mandato en esta Cámara”, respondió a la socialista Carmen Montón.
Fuentes del Ministerio
de Justicia reafirman esa intención, a falta de la decisión que adopte Rajoy,
lo que es especialmente importante en un momento en el que en el Gobierno y el
PP se habla en privado de la posibilidad de buscar fórmulas para salir del embrollo
no presentando finalmente el texto en las Cortes. La decisión es, en todo caso,
retrasar el trámite a después de las europeas de mayo, con la excusa perfecta
de la demora en la llegada del informe de las comunidades autónomas, el Consejo
General del Poder Judicial, el Consejo Fiscal y el Consejo de Estado, entre
otros. A partir de ahí, el Gobierno y el PP dan por hecho que en el peor de los
supuestos para ellos el número de votos díscolos en el Grupo Popular si llega a
presentarse el texto no superaría la media docena. Pero sí provocaría ruido
suficiente como para desgastarles y distorsionar la agenda de la recuperación y
la reforma fiscal.
De hecho, significativamente, las críticas
han venido de barones regionales que sufrirían en sus carnes en 2015, en las
elecciones autonómicas y municipales, el desgaste por el aborto. Por si acaso,
Gallardón usó ayer expresiones que, junto a la satisfacción y la crítica al
PSOE por intentar provocar fisuras, mezclaban advertencias dirigidas a sus
propias filas para cumplir el programa electoral. “Le voy a dar las gracias
porque ayer nos dio la oportunidad a este grupo parlamentario y al partido que
lo sustenta de demostrar que estamos por encima de todo en el compromiso que
hemos adquirido con los ciudadanos. Y le digo una cosa más para terminar,
señoría, es verdad que los electores castigan a los partidos que se dividen,
pero los electores van a castigar también a aquellos que en lugar de defender
sus criterios y argumentar intentan dividir a los demás”, dijo el ministro de
Justicia. El PSOE mantuvo ayer la presión y la mantendrá en cada sesión de
control. También lo hizo ayer la diputada de IU, Ascensión de las Heras, en
defensa de una moción crítica con la reforma de la ley del aborto. La moción se
votará hoy, esta vez sin voto secreto, y volverá a rechazarse que se paralice
la norma.
Fuentes del PSOE explican que el martes,
con la petición de voto secreto, no buscaban delatar o forzar indisciplinas,
sino hacer que el PP se retratara dejando claro que las discrepancias son solo
estratégicas, que todos en ese partido comparten la propuesta abanderada por
Gallardón y que Rajoy seguirá adelante con la sustitución de la actual ley de
plazos por una de supuestos.
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