domingo, 1 de noviembre de 2009

Los bonos de la muerte

Si Ud. tiene la suerte de pertenecer a esa minoría de ciudadanos que no tienen una hipoteca y tiene unos ahorrillos que quiere invertir con una buena rentabilidad y se dirige a un banco posiblemente le propongan invertir en los llamados “bonos de la muerte”, sin que el empleado del banco sepa seguramente lo que le está ofreciendo, pues la muerte es la principal garantía de estos bonos.
En anteriores entradas del blog habíamos hecho alguna alusión a este tema y ahora vamos a intentar explicarlo lo mejor que podamos. Los buitres de Wall Street, como se les llama en EEUU y en todo el mundo, no sólo no han muerto sino que están más vivos que nunca y han creado un producto de inversión en el que la muerte es la principal garantía del mismo.
Se llama Life Settlement Securitizations o titulización de seguros de vida, aunque en el mercado se conocen como los bonos de la muerte. Se llaman así porque su rentabilidad depende de que la esperanza de vida del propietario de la póliza sea corta, cuanto antes muera el asegurado, mayor es la rentabilidad del bono.
Su funcionamiento es el siguiente, una persona que tiene un seguro de vida y que pasa por apuros económicos o simplemente tras jubilarse quiere vivir mejor vende su póliza con un descuento. La compañía financiera que lo adquiere sigue pagando la póliza hasta que el titular se muera y pueda cobrar el seguro. Los bancos de inversión titulizan las pólizas adquiridas, es decir, emiten bonos cuya garantía son precisamente los seguros y los ofrecen al mercado de valores, a la bolsa, y son comprados por los fondos de inversión entre otros; exactamente como se hizo con las subprime. El comprador de esos títulos recibe unos intereses periódicos por su título, que cotizan además como hemos dicho en el mercado secundario, en Bolsa siempre la puta Bolsa. Esos intereses que cobran los compradores de los bonos salen del cobro de la póliza cuando se muere el titular, ósea que como viva hasta los 100 años jodidos van. Porque para que haya ganancias la suma de lo que percibió el vendedor del seguro más las primas que la compañía compradora ha pagado hasta su muerte, tiene que ser menor que la cuantía asegurada por la póliza.
Para que esto no ocurra las firmas financieras buscan comprar pólizas de asegurados con enfermedades graves o de avanzada edad. El ideal, según estudios preliminares de Goldman Sachs, es que la palmen antes de 10 años. Para minimizar el riesgo, hay que empaquetar y titulizar miles de pólizas, cuantas más mejor, como se hizo con las hipotecas subprime.
En EEUU el mercado potencial es enorme, pues hay suscritos seguros de vida con una cobertura por 23 billones de dólares (15,3 billones de euros, 15 veces el PIB anual español), y por esa pólizas las aseguradoras reciben al año 142.000 millones de dólares en primas. Los buitres calculan que habría un mercado potencial de asegurados dispuestos a revender sus pólizas en torno a 500.000 millones de dólares (333.155 millones de euros).
Ante los detractores de este producto que afortunadamente los hay, las compañías financieras del mismo, JPMorgan Chase, Credit Suisse, Goldman Sachs, Mizuho International, WestLB y UBS, han creado una asociación -Institutional Life Markets Association (ILMA)- para defender este producto, ya que existe una similitud evidente de este producto con las subprime que causaron el desastre financiero actual, y argumentan que el riesgo es mucho menor puesto que las titulizaciones de las subprime dependían de una hipoteca con varias décadas de plazos de pago, mientras que estas pólizas tienen una vida menor y sólo hay que predecir la longevidad del asegurado. También argumentan a favor de estos productos que el propietario de la póliza recibe el dinero en el mismo momento de venderla, y si la titulización resulta fallida, tarda mucho en morirse el titular, el único perdedor es el inversor, a diferencia de lo que ocurre con los títulos basados en las hipotecas, puesto que en caso de impago de la hipoteca, los propietarios pierden su vivienda y los inversores sus ahorros.
Otro riesgo de estos productos y no deja de ser chocante es los avances de la ciencia médica, ya que como las pólizas más apetecibles son las de personas con enfermedades graves (cáncer, dolencias cardiacas, alzhéimer, leucemia, etcétera), el descubrimiento de un remedio o de un medicamento eficaz para combatirlas, supondría un desastre para estos productos, al alargar inesperadamente la vida de los asegurados, devaluando el valor de los títulos. Ponen por ejemplo los detractores de estos productos que si en los años ochenta se hubiera titulizado pólizas de enfermos con SIDA, habrían sido muy rentables al principio, pero a partir de los noventa se hubiera producido un desastre financiero cuando se descubrieron paliativos que impidieron que la enfermedad fuera mortal.
Salvar la vida de personas supone un desastre financiero, hijos de la Gran....,cuento hasta diez,...Manzana.
Estos hechos pesan en el ánimo de los grandes inversores por lo que para vencer este obstáculo ya en Diciembre de 2007, pues estos productos fueron creados en ese año pero ante la crisis financiera fueron desestimados en ese momento, Goldman Sachs desarrolló un índice, similar a otros baremos bursátiles, que clasifica el riesgo de los seguros de vida recomprados, tratando de medir los riesgos de la longevidad y mortalidad de una forma "transparente y razonable” Es decir una calificación de riesgos como hacen las agencias de calificación de riesgos de la banca o de la bolsa.
Por su parte, las aseguradoras dudan de que éste sea un buen negocio. En primer lugar, porque desnaturaliza el sentido mismo de los seguros de vida, que es el de compensar económicamente a los parientes o allegados del asegurado cuando éste muere. Y, en segundo lugar, porque podría disparar el fraude en torno a las pólizas.
En España la legislación prohíbe la titulización de cualquier tipo de seguros para su cotización en los mercados secundarios, y ni tan siquiera está permitido que el titular de una póliza la revenda con descuento. En España este mercado sería también muy importante pues hay suscritas 23,7 millones de pólizas de riesgo, con unas indemnizaciones a favor de los beneficiarios de 650.000 millones de euros.
Curiosamente la Caixa acaba de vender su participación en Aguas de Barcelona a Suez, con lo cual Aguas de Barcelona ha pasado a ser francesa, como hemos comentado en una entrada reciente de este blog, y el dinero obtenido de esa venta lo va a utilizar precisamente para reforzar su posición en el sector de seguros. Vaya que coincidencia.
Bueno queridos lectores pues aquí acabo con este lúgubre artículo o quizá no sea lúgubre, que sé yo. En fin como veis Wall Street ha tardado un plis en recuperarse.
Y el tan anhelado sistema de regulación y supervisión financiera ¿hará algo al respecto?

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